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¿Dónde estás Adán?

Las experiencias que tenemos a lo largo de la vida marcan el destino de nuestras historias personales. No hay nada que pueda apartarte más de tu destino que crearte tu propio destino guiado por los traumas y experiencias del pasado. Lo que vivimos configura nuestro cerebro, y nuestro cerebro determina cómo debemos actuar en determinadas ocasiones. Solo la conciencia puede garantizar que haya verdad en el obrar, y verdadero obrar.


Sin embargo, muchas veces sucede que estás donde no tienes que estar, haciendo lo que no tienes que hacer, incluso cosas buenas (mayormente), por miedo a enfrentarte a la realidad. “Coge tu cruz y sígueme” Lapida Jesús de manera contundente. “Coge tu cruz, y sígueme”. Nos habla a nosotros cuando nos imponemos a los márgenes del destino por condiciones de vida heredadas y vividas que no nos atrevemos a ver y a enfrentar. Yo creo que es porque Dios ve nuestro sufrimiento antes que nuestro pecado, y actúa guiado por la Misericordia hacia sus criaturas. Creo que Dios espera en la medida que vamos despertando y dándonos cuenta de que todo es gracia, y sin Él no podemos nada.


Pero, estar donde no tienes que estar, haciendo lo que no tienes hacer, es el resultado de una forma de obrar encubierta frente a las adversidades y experiencias dolorosas del pasado. Es la situación oculta de tu pecado o el pecado de otros lo que te lleva a abdicar, como un Rey que lejos de gobernar se esconde en un paraíso abandonado. El pecado trae la destrucción de la persona, pero lo hace en un silencio que sobrecoge a los astros, un silencio que se recrea en nuestras caídas y acrecienta el pavor a lo desconocido.


“Buscad el Reino de Dios y su justicia”. Yo he buscado muchas veces el ruido y esa gama de colores que trae la popularidad aparente. Sabes, nada te va a hacer tanto daño como engañarte y engañar a los demás haciéndoles creer que todo va bien. Cuando todo va bien, nada va bien. El pecado enturbia la razón, y la razón, si está en Dios, siempre sufre de algo. El amor real siempre sufre de algo, pero un algo que llena la cruz a la que estamos destinados.


Si haces tu propio destino, te pierdes. Siendo bueno, te pierdes en las cosas buenas. Siendo malo, en las malas. No es que yo sea bueno, hablo de las cosas virtuosas que, si no están en el orden en el que deben estar, te pierden. De hecho, yo he estado en muchas cosas buenas, pero lo más importante no es estar en el redil de los buenos, si lo hay. Si no en el redil de los justos, aquellos que dan a Dios lo que es Dios.


La pregunta más importante que podemos hacernos es qué quiere Dios de nosotros. Podemos pasarnos toda la vida haciendo lo que no debemos hacer, y estando donde no debemos estar si no atendemos con la luz del Espíritu a esta pregunta. ¿Qué quiere que haga? Y Dios responde en la medida en que nos abandonamos y nos dejamos hacer. “Como distan el cielo y la tierra, así distan mis pensamientos de los tuyos”. Lo que hoy es para ti alegría y color, podría ser una fuente de sufrimiento irremediable el día de tu caída. Si caes, que sea en sus brazos. Si te levantas, que sea en su Nombre. Pero con la certeza de que siempre buscaste no lo mejor o lo peor, si no lo que es Dios, aunque duela.


¿Estás?

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